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Liberté, Egalité, Sororité

Actualizado: 29 mar 2021



Si bien toda la letra de la canción “Canción sin miedo” de Vivir Quintana me pone la piel chinita cada vez que la escucho, una de las estrofas que en lo personal más destacan es el de “al sororo rugir del amor” ya que en tan solo cinco palabras logra no sólo apropiarse del himno nacional mexicano (un gran ejemplo de grito de guerra nacionalista) sino que es un uso magistral de una palabra que también logra simplificar una idea concreta de rebeldía antipatriarcal, que es la sororidad.


En sí la historia de la palabra “sororidad” al parecer nace principalmente de una carencia lingüística, ya que si bien la existencia de la fraternidad es algo natural y siempre existente tanto en la historia como en nuestro lenguaje, no se tenía una contraparte que expresara los lazos existentes entre mujeres. Es más, al parecer el primer uso de la palabra en el español fue por parte de Miguel de Unamuno en su novela Tía Tula justamente para poder ponerle cara a la “fraternidad sobre mujeres”. Pero no es hasta casi 50 años después en que por fin se define sororidad desde una perspectiva de género por la mexicana Marcela Lagarde, quien claramente veía su uso en otros idiomas (sisterhood, sororité) desde los años 70s.


Y creo que es sorprendente que no fue hasta el 2018 que la RAE incorpora la palabra sororidad bajo la definición “agrupación que se forma por la amistad y reciprocidad entre mujeres que comparten el mismo ideal y trabajan por alcanzar un mismo objetivo”, que de igual forma que vintage seguir tomando a la RAE como referencia de evolución del habla. Y es que la mera existencia de la palabra refleja una necesidad, la necesidad de que los lazos entre mujeres con un fin común, no solo existan, sino que también sean reconocidos y representados de manera digna.


Cuando se cae en el estereotipo de que las mujeres solo existimos para hacernos la vida imposible mutuamente, pintándonos como celosas y competitivas creo que es una de las mejores técnicas del patriarcado para seguir perpetuandose. Porque piénselo, el único que se beneficia de estas supuesta rivalidades no somos nosotras, no es “la que gana”, es el patriarcado al intentar ponernos unas contra las otras en lugar de poder establecer lazos y redes de apoyo que nos ayuden a luchar contra las desigualdades de las cuales todas somos víctimas. Entonces la sororidad no solo se vuelve un acto de hermandad, si no que tiene una necesidad política, una razón de ser rebelde que surge como contra ataque de las expectativas de separación machista. Pero también aquí recae la pregunta sobre cómo diferenciar entre un acto sororo y la justificación ciega a actos de injusticias infligidas por mujeres, sobre si se la sororidad se trata de una responsabilidad política o bien una solidaridad natural entre las mujeres y más controversial, la sororidad desde un punto de vista “feministra trans excluyente”. Aquí es donde las cosas dejan de verse solo color de rosa y flores de la hermandad y se abre la mesa de discusión y se recalca que el feminismo no es sencillo y mucho menos que se trata de un feminismo único que debe aplicarse de manera pareja ante todos los casos. No se trata de decir que la mujeres ni siquiera se pueden poner de acuerdo en estar del mismo bando sororo, es darnos cuenta que la desigualdad a la que nos enfrentamos es complicada, que ha mutado para poder afectarnos a todas.


De igual forma estas interacciones de mujeres se han plasmado de diversas formas, tanto perpetuando la creencia de que todas nos odiamos mutuamente por querer ser el centro de atención del male gaze (como en muchas comedias románticas con una mean girl) pero también ha habido representaciones sinceras que se sienten como una bocanada de aire refresco al poder ver y leer a mujeres que trabajan juntas por un bien, tal y como en la vida real. Como siempre tenemos que hablar de Jane Austen y cómo sus novelas batallan en pasar la prueba Bechtel pero aplicada a personajes masculinos. Tenemos obras como Mujercitas en donde podemos ver no solo como mujeres diferentes entre sí van creciendo, pero como mutuamente se ayudan a crecer.


Creo que hoy en día se sigue buscando representar la amistad femenina no solo como algo banal o superficial, pero demostrando que puede ser compleja y presentarse como un lazo capaz de unir a mujeres diferentes entre sí pero que esas diferencias no son un obstáculo sino una fortaleza. Ejemplos más contemporáneos en donde se hacen exploraciones sinceras de sororidad en la pantalla grande y chica puede ser la amistad femenina entre los personajes de Sex Education con la no solo icónica pero hermosa escena del autobus. La verdadera historia de amor entre Lady Bird y Julie, o mi más reciente obsesión, la brillante dinámica entre Molly y Amy en Booksmart (si no la han visto en verdad qué esperan). Todas ellas tienen en común que por fin se muestra una amistad sorora como algo natural y que no gira en torno al interés en un hombre, pero que dentro de esta naturaleza existen complicaciones, diferencias, incluso problemas y malentendidos pero que al final de cuentas estos lazos pueden (y son) más fuertes y surgen ante la necesidad de unión y de darnos cuenta que todas estamos en el mismo bote.


La verdad que la inspiración de este artículo nació en medio de todos los ritos de amor romántico que surgen por la fecha del 14 de febrero (y toda la deconstrucción que también conlleva) y de recordar que dicho día es también sobre la amistad y que mejor momento para hablar sobre la existencia, naturaleza y belleza de las amistades femeninas y sobre todo de su necesidad. Así que quisiera tomar esta oportunidad para hacer de este artículo una carta de amor, cariño y respeto a todas mis amigas, de verdad que todas son mi inspiración.


Arriba el matriarcado


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