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Estamos enojadas y qué: Una visión a la furia femenina




El enojo femenino está cargado de estereotipos y nombre peyorativos, ya sea que nos digan ardidas, locas, brujas, intensas, irracionales, arpías, exageradas, delicadas, sangronas, hormonales, en nuestros días, etc. Siempre habrá una manera de desprestigiar el enojo femenino pero ¿porqué?


Como todo buen intento de análisis, se puede decir que en parte todo comienza desde nuestra niñez. Desde pequeñas nos enseñan que calladitas nos vemos más bonitas y que el enojo si bien es una emoción humana, es de las malas, las que debemos aprender a controlar por no decir reprimir mientras que a los niños se les justifican sus acciones y emociones negativas con el argumento de que “boys will be boys”. Esto desde temprana edad nos enseña a las niñas a que nuestro enojo no debe de ser externado porque sería romper con la imagen de mujer tranquila y apacible que el patriarcado quiere que seamos lo que genera que mientras que el hombre puede expresar abiertamente su enojo y ser festejado al respecto ya que no tiene porque ser un ente agradable dentro de la sociedad, la mujer desde su silencio debe atribuir a la complacencia masculina por el bien de todos.


Pero si una mujer decide de todas maneras mostrar su enojo comienza siendo una niña sangrona y pasa a una adolescente hormonal, a una mujer complicada que difícilmente encontrará marido que la tolere y finalmente a una Karen (más adelante hablaremos de este personaje) o bien una quedada. A esta mujer que si deja salir su enojo para mostrar su inconformidad se le cuestiona con “quien se cree que es” para poder tomarse la libertad de ser una mujer y hacer a otros sentirse incómodos


La cosa también cambia cuando se le agrega el factor de raza, porque si de por si existe una enorme diferencia entre ser una hombre y una mujer enojados, súmale ser una mujer de color, una mujer latina, una mujer indígena. El que las tienes de ganar es el hombre blanco privilegiado ya que incluso el hombre de color no se salva, esto es visible con el mero hecho de saber que por ejemplo en Estados Unidos un joven afrodescendiente sabe que no puede mostrar su enojo tal y como lo hace un hombre blanco a sabiendas de que las consecuencias no serán las mismas y esto concepto del angry black man en sus comienzos en las películas americanas con prácticas de black face, era una manera no solo de normalizar la esclavitud, sino justificarla. La manera en que se combate el enojo de una población racializada es el fetichizarlo que hace que se vuelva aún más ajeno y simplemente se encapsule en estereotipos como la black angry woman, o la spicy latina. En donde toda una población racializada se espera que entre en esta casilla donde se sobre simplifica su enojo con intenciones de que se haga burla y nos enajenamos de sus causas.


Al hombre blanco se le celebra por su enojo. El concepto mediático de angry young man o el hombre joven enojado, dígase ejemplos como Tyler Durden de Fight Club, Alex de la Naranja Mecánica, el Joker, Kylo Ren, se les permite existir como un reflejo de la sociedad en la que viven, volviéndose autores y dueños de su enojo que incluso es celebrado o usado como ejemplo. Esto porque al hombre no se le enseña a ser agradable para la sociedad, porque nadie le dice que “tiene que sonreír más” y cuando no son agradables y son agresivos y llenos de rabia, se les puede justificar diciendo que dicho enojo es simplemente el resultado del entorno social en donde están, quitándoles toda la responsabilidad de su enojo. Mientras que por el otro lado, la mujer que tiene las mismas, si no es que más razones para estar enojadas, se le culpa a ella, en primera por estar enojada y en segunda por atreverse a mostrarlo y esperar que se haga un cambio al respecto.


Lo contrario de la mujer enojada es la cool girl, que como lo describe Gillian Flynn en el gran monólogo de Gone Girl (porque no solo Flynn escribió el libro, también hizo el guión de la película), la cool girl no se enoja con su hombre, la “buena mujer” es aquella que es chill y cool en todo momento incluso cuando se tiene una pareja mediocre, y en esta reflexión de la cool girl también cabe el cuestionarnos de dónde viene la cool girl, la “que no es como otras mujeres” porque disfruta de ver deportes y de comer lo que se le antoja, si nos ponemos a analizarlo esta mujer es una recopilación fantasiosa del hombre, del patriarcado, entonces ahí queda más que claro porqué la cool girl no se enoja, porque no se debe de enojar con el sistema que quiere perpetuarse y que quiere obligar a todas las mujeres a alcanzar este estándar fantasioso inexistente.


Estas diferencias entre como respondemos al enojo de la mujer en comparación con el del hombre no solo se quedan en los libros y en los medios de consumo audiovisual, se traspasan y afectan todos los ámbitos, ya sea en deportes, política, en el sistema judicial y simplemente en el día a día y nos afectan no solo a la población femenina, sino a la sociedad en general.


Las consecuencias de no tomar el enojo femenino en serio son palpables, comenzando en que estudios afirman que esta represión de sentimientos es física y emocionalmente destructiva. Puede desencadenar efectos fisiológicos autoinmunes o dolor crónico y efectos mentales como depresión, ansiedad y desórdenes alimenticios. En un artículo de The Guardian se menciona que el enojo en las mujeres sigue siendo una señal de un desbalance emocional u hormonal, mientras que en los hombres es algo “normal”. Cuantas veces no se usa la frase “está en sus días” para desacreditar el enojo de una mujer. Y volvemos a tiempos de la histeria femenina, el fenómeno en donde era más fácil aglomerar todos los males de salud que agobiaban a las mujeres y decir que simplemente pasaban por tener un útero.


En este caso se encapsula al enojo femenino como algo negativo, que si no puede ser objeto de burla entonces es objeto de temor, pero ninguna de estas dos respuestas en realidad dan pie a querer entender de dónde viene el enojo y qué se puede hacer con él para poder promover un cambio social positivo. Cuando hablo de burla, creo que es una respuesta que toda mujer teme recibir, pues no solo se trata de desacreditar nuestra opinión y sentimientos, es el decirnos que no valemos la pena para ser tomadas en serio. Y cuando hablo de objeto de terror es porque a la furia femenina se le conoce tal potencial destructivo que hasta adopta tonos sobrenaturales, tómese en cuenta la relación entre las mujeres y la brujería, la Llorona, las arpías, Carrie, o por ejemplo las femme fatale del cine negro, estas figuras mortales de la mujer que es perdición de los hombres simplemente por presentar una amenaza a la figura inmaculada de la mujer.


También entiendo que el enojo mal canalizado puede llegar a ser destructivo, lo que el mundo menos necesita es más odio. Pero el reprimir el enojo de la mujer por el simple “miedo” de que este sea destructivo no es la respuesta ya que el enojo también es constructivo. Lo vimos con las sufragistas, activistas LGBT+, abolicionistas, figuras como Rosa Parks en la lucha contra la discriminación racial, Judith Heumann en su lucha por la equidad de derechos para personas con discapacidad, Josefa Ortiz, Leona Vicario, las soldaderas, encapuchadas en las marchas del 8M. Todas ellas mujeres que no se detuvieron a pedir las cosas por favor, fueron y son mujeres incendiarias que su enojo resonó con más personas que también querían un cambio.


Aunque aún hay mucho camino por delante, creo que poco a poco la mujer va apropiándose de su rabia. Lo podemos ver en las nuevas historias, series, películas, libros que en lugar de ponernos a una mujer enojada como el ejemplo de lo que no hay que hacer, en lugar nos ponen en sus zapatos, ejemplos como Moxie, Promising Young Woman, Arya, Sansa y Cercei de Game of Thrones, Furiosa de Mad Max, la adaptación de The Handmaid's tale. Lo vemos en las calles ahora cada 8 de marzo, en donde avenidas completas están repletas de mujeres hartas y enojadas de la injusticia e impunidad. Soraya Chemaly, autora de Rage becomes her, justamente un libro sobre el enojo femenino, menciona en una TED Talk que separar el enojo de la feminidad es quitarle a las mujeres la mejor opción para protegernos de las injusticias. Y es la verdad, el enojo no solo sirve para querer destruirlo todo, es una medio para darnos cuenta de que no estamos de acuerdo con algo y queremos que cambie. Lo vemos en las miles de mujeres activistas que luchan por nuestros derechos, en las mujeres que buscan a sus desaparecidas. Mujeres que buscan que el fuego de su dolor y furia no solo las consuma, sino que sea la chispa que queme a un sistema que no las defiende y que prefiere vernos calladitas y bonitas a enardecidas y juntas.


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