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Leche del sueño por Leonora Carrington

  • Femme Fatalee
  • 6 ago 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 9 abr 2020


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¿En qué punto dejamos de leer cuentos? No me refiero a los cuentos de Cortazar o de Horacio Quiroga, no hablo de cuentos “para adultos”; sino me refiero a los que tal vez fueron el primer acercamiento literario que tuvimos en nuestra vida. Hablo de los cuentos infantiles que nos contaban para asilenciarnos un rato y prepararnos para dormir, o los libros que escogíamos por sus dibujitos de colores y animales más que por las historia en sí o por la expectativa que nos creábamos al respecto. Creo que los cuentos infantiles en su sencillez, pocas palabras e ilustraciones a veces logran decirnos más que esos ladrillos de 1000 páginas que leemos para poder sentirnos superiores y que podamos tacharlos de nuestra lista de “libros que todo intelectual debe de leer antes de empezar su cuarto doctorado en filosofía”, pero creo que los cuentos infantiles guardan su esencia en la cuestión de aceptar su sencillez, de dejarla ser sin buscarle un mayor significado a cada uno de los detalles alucinógenos de Alicia en el País de las Maravillas o de a fuerzas querer sacarle un perfil moral a cada uno de los enanitos de Blanca Nieves.


Los cuentos son darse un pequeño respiro de la realidad monótona, aburrida y enclaustrada en la que a veces vivimos día a día sin darnos cuenta y sin recordar que alguna vez solo bastaba la historia de una oruga, o un elefante o un niño con alas en vez de orejas para solucionar todos los problemas. Y Leche del sueño por Leonora Carrington, definitivamente es ese pequeño respiro de la realidad que te permite simplemente dejar libre una imaginación que no se tiene que limitar a ser “infantil”.


Leche del sueño, o por lo menos la versión con la que cuento que viene a ser una adaptación infantil, es una recopilación de cuentos, dibujos, bocetos y prosa libre, todo por la pluma (y colores de madera) de la misma y la inigualable, la diosa del surrealismo, Leonora Carrington. Cada uno de los cuentos ayudan a la creación de una misma esencia, de un mismo ambiente para formar mundo fantástico, que no obedece a nuestras reglas sociales y en el que viven animales, monstruos, adultos y niños, en donde simplemente aceptan las adversidades a las que se enfrentan como que su cabeza decida salir volando de tu cuerpo, o que una zopilote caiga en la gelatina que acabas de hacer, o que un indio verde venga a rescatarte de una señora amargada que no sabe lo que son las reglas de salubridad para un puesto de tacos.


Son cuentos que no pierden el tiempo en cuestionar lo que está pasando y mejor aceptan las soluciones que el mismo destino decide para sus personajes pero esto no los hace personajes insulsos o mediocres, porque a pesar de lo que pase, nunca dejan su autenticidad de lado y eso creo que es lo que más refleja el trabajo, vida y filosofía de la misma Leonora Carrington en este libro, en donde se puede ver a una Leonora sin complejos, sin cuestionamientos y sin buscar darle un sentido a nadie, tal y como lo reflejan los acontecimientos de su vida.


Leonara fue una mujer que verdaderamente vivió y siempre buscó hacer lo que quiso, pero esto no la escudó de pasar por temporadas densas y grandes obstáculos en su vida. A pesar de nacer en lo que se podría decir cuna de oro, Carrington no se quería conformar con esta vida reestirada y sus acciones reflejan la libertad que siempre buscó, fue expulsada de sus colegios, y se escapó de su familia para vivir una vida más bohemia con los famosos surrealistas de la época como Dalí, Miro, Bretón, pero que a pesar de haber entrado a este círculo a una corta de edad de aproximadamente 20 años, Leonora no se dejó tratar como la musa idealizada, sino que los ponía en su lugar like a boss; ella misma comentó que no tenía tiempo de ser la musa de nadie, ya estaba bastante ocupada rebelándose de su familia y aprendiendo a ser una artista. Posteriormente tuvo una relación con el reconocido artista Max Ernst, relación en la cual queda a reflexionar quién inspiraba a quién porque a pesar de que Ernst tenía un nombre con más peso en el circulo de artistas, sabemos que Leonora no se dejaba impresionar y que su trabajo artístico tenía su propia esencia la cual fue evolucionando con los años y con cada una de sus experiencias. Debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial, Ernst se vio en la necesidad de huir y tener que abandonar a Leonora quien también tuvo que buscar una ruta de escape en España en donde oh sorpresa su padre adinerado, y por no decir controlador, al ver que Leonora había escapado y que no quería llevar la vida burguesa de lujos que su familia tenía planeada para ella decide que debió haber perdido un tornillo por lo que la interna en un hospital psiquiátrico durante 6 meses en donde ella misma describe en su libro Memorias de abajo (también agregando elementos de ficción) los estragos por los que pasó en el Manicomio de Santander al estar medicada a la fuerza y aprisionada en contra de sus deseos de libertad, hasta que logra escaparse cuando iba a ser transferida a otro hospital. Logra llegar a Lisboa y pedir ayuda, aquí conoce a Renato Leduc de quien se hace amiga y deciden casarce para que Leonora pueda conseguir un visado y llegar a Estados Unidos y no ver más a su familia. En 1942 llega a México el cual se convertiría en su lugar de residencia hasta su muerte y en donde también después de divorciarse de Leduc, conoce a al artista y doctor húngaro Emérico Weisz, "Chiki" quien sería su esposo por el resto de su vida y con quien tendría dos hijos. En México se nacionalizó y volvió a entablar relaciones con el mundo artístico, tanto con otros pintores exiliados o en busca de refugio como Bretón y Remedios Varo con quien tuvo una amistad y una sororidad tan bella que me hace llorar y también de quien espero en algún futuro tengamos la oportunidad de hablar de ella en Femme. A pesar de que era reconocida en este círculo y formó parte de varias exposiciones, ella no se consideraba la gran artista ni que sus obras costaran mucho dinero, porque lo que ella hacía era pintar para ella no para satisfacer ninguna industria. Llevó una vida austera y humilde pero se dice que buscaba siempre la manera de apoyar a otros artistas.


Si este no es un ejemplo de una tremenda mujer fuerte, independiente, talentosa, intelectual que no acepta la bullshit de nadie, no sé de que se trate. Pasó por obstáculos físicos, diplomáticos, psicológicos y emocionales pero a pesar de todo ello, nunca le dio la espalda a su verdadera yo ni a su arte ni a su manera de expresar al mundo quién realmente era.


Tanto en su pintura como en este pequeño libro lo que hace Leonora es invitar al espectador a entrar en su mundo surreal, pero que este no es un mundo exclusivo y únicamente para profundos pensadores. El libro da un aire de escape, de poder ver lo que pasa cuando uno simplemente se deja llevar por las imágenes, por lo surreal y por lo absurdo. Más que tratarse de cruzar una puerta al mundo de la autora, es el darse cuenta que cualquiera puede tener esa puerta en su mente, pero ya es cuestión de cada quien si decide explorarla o no.


Leer Leche de sueño puede resultar toda una experiencia que si en algún momento llego a tener hijos no sé si la comparta con ellos en una temprana edad, para que no tengan pesadillas con cabezas cortadas; pero que en cierto punto este contraste de historias terribles e impactantes con historias felices y llena de energía, es una nueva forma de ver al mundo una vez que terminas el libro. Y cabe destacar que cada cuento viene acompañado de ilustraciones de la misma Carrington que en veces complementan el cuento pero en otras el cuento es quien complemente a la ilustración, al darle un contexto a estás imágenes de un mismo universo paralelo provenientes de la imaginación de Carrington.


Reconozco que no es un libro para cualquiera pues puede que el toque surrealista no le llene a todos, pero una vez que decides bajar la guardia intelectualoide y analítica, puede encontrar pequeñas páginas e ilustraciones que sin duda te pueden hacer recordar la esencia de leer un cuento antes de irte a dormir.

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