Como agua para chocolate de Laura Esquivel
- Femme Fatalee
- 9 abr 2019
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 9 abr 2020

Si les gusta la cocinar… o comer, creo que este libro será una lectura interesante capaz de despertar no solo el hambre.
La historia de Como agua para chocolate bajo una mirada superficial se podría decir que se trata de una historia de amor.
Situada en el norte del país en la época de la revolución mexicana se narra la vida de Tita, nuestra protagonista, a lo largo de 12 recetas ya que desde que nació, Tita ha tenido un lazo peculiar con la cocina. Tita vive en el rancho de la familia junto a sus dos hermanas (Rosaura y Gertrudis) y su madre (Mamá Elena) quien es la cabeza de la casa después del fallecimiento de su esposo. Se podría decir que Tita llevaba una vida buena y tranquila en el rancho en donde le encanta cocinar y estar junto a su nana Nacha hasta que BOOM que se nos enamora de Pedro, el joven apuesto del pueblo quien, para no tan buena suerte de Tita, siente lo mismo por ella, no tan buena suerte porque oh sorpresa, cuando Pedro quiere pedir la mano de Tita se topa con las costumbres familiares (y retrógradas) de su madre quien afirma es tradición que la hija menor de la familia, en este caso Tita, no se puede casar ya que es la encargada de cuidar a sus padres PARA SIEMPRE. Ante esta situación Pedro opta por la genial idea de que si no se puede casar con Tita, pues se casa con su otra hermana Rosaura, y así puede ver a Tita todo el tiempo….hombres. Tita no solo tendrá que vivir con esto, sino que aprenderá a luchar constantemente con su propia realidad, con su madre, con las injusticias a las que se enfrenta en la vida y contra ella misma, siempre manteniendo un espíritu sincero y fuerte, sin dejar de pasar momentos tanto de oscuridad como de alegría.
Más allá de tratarse de otra simple historia dramática de amor como su primicia podría sugerir, se trata de una historia de pasión, una fuerte pasión por vivir.
Considero que este libro es por sobre todas las cosas, muy mexa y lo digo porque refleja muchas verdades de lo que es la cultura mexicana (y de una manera mucho más clara y digerible a cómo lo hizo Octavio Paz #SorryNotSorry) porque gira entorno a pilares importantes en nuestra cultura que pueden resultarnos ya tan comunes pero que de vez en cuando es bueno reflexionar sobre ellos.
Siempre me refiero a Como agua para chocolate como un libro que no se debe de leer con hambre, ya que al ser la comida mexicana una de las cuestiones más emblemáticas de nuestra cultura era de esperarse que estuviera en este libro. Usualmente se habla de cómo la comida mexicana es patrimonio de la humanidad, es reconocida por todo el mundo, que es buenísima en todos los aspectos y que el universo entero nos debería agradecer la creación y existencia de los tacos; y este libro defiende esta tesis pero de una manera más amena que no gira solo en torno a buscar llamar la atención internacional, sino un hambre sincero de pertenencia. No es casualidad que tanto el nombre del libro como nuestra protagonista tengan una relación tan estrecha no solo con la comida, sino con la cocina misma, con el acto de la preparación, nos habla de analizar orígenes. Al menos en mi caso he tenido la suerte de que en mi casa y en las casas de mi abuela, la cocina no es solo otra habitación de la casa que cumple una función en específica; se trata de un centro de reunión, de convergencia y de transformación en donde nacen y se fortalecen lazos. No es solo el lugar en donde entran verduras y sale caldo, se trata de un espacio de convivencia capaz de alimentar tanto el estomago como la interacción humana que a su vez es otra fuente de energía a parte de la comida. En el libro a la comida se le trata como un personaje más, esto no solo se refleja por la repetida manera en que la autora la hace un recurso narrativo, sino que la hace algo inherente de la protagonista. Se narra cómo Tita tiene una habilidad especial que la hace capaz de impregnar sus emociones en los platillos que prepara, lo cual es llevar a un nuevo nivel “dejar el corazón en la cocina”. Se trata más allá de un simple hobby para Tita, es parte de su identidad y que la hace una canalizadora de sus propias emociones que debe aprender a cómo expresarlas en el mundo y con los demás, al igual que todos nosotros.
Reitero que Cómo agua para chocolate no solo se trata de una simple novela romántica, ya que también se trata de una novela de la revolución que es todo un género por si mismo, capaz de presentar todo un contexto histórico y social. Usualmente estamos acostumbrados a conocer de la revolución mexicana los nombres de los revolucionarios más importantes, con suerte qué fue lo que hicieron y las fechas suficientes para pasar el examen de historia. Este libro nos deja ver un trasfondo que no se explora en las aulas de clase cuando conocemos de este periodo de tiempo que marcó a México. Habla sobre cómo las personas comunes vivieron la revolución y se vieron impactadas por ella. La incertidumbre de que en cualquier momento podría llegar un pelotón a tomar lo que es tuyo o bien viendo el otro lado de la moneda, la valentía de algunos revolucionarios para dejarlo todo y luchar por una causa de la cual no sabían si saldrían vivos. Nos habla de lo gris que pueden ser las causas humanas y su respuesta a los contextos históricos y sociales que lo rodean, todo esto mediante una relato que hace que se siente humano, como debe ser y no polarizado para querer hacer o mártires o traidores a cientos de personas que se vieron involucradas en este conflicto. Pero más importante este libro hace todo esto sin hacer que esta guerra sea el centro de atención de todos, posiblemente tiene que ver por el área geográfica en donde se desarrolla la historia, el norte de país (que a final de cuentas no hay que olvidar que es el área considerada la cuna de la revolución). Claro que las personas se ven afectadas por lo que está pasando en el país, pero continúan con sus vidas, siguen trabajando, siguen sintiendo, siguen teniendo sus propios problemas y siguen amando; porque siguen siendo personas, no solo civiles en un fuego cruzado. Y creo que esa es la importancia de las novelas históricas como estás, nos acercan a las personas que vivieron en nuestro pasado para recordarnos que tal vez no somos tan diferentes a ellas, nos recuerda que si bien las personas y los conflictos que causan son complicados, la vida sigue y siempre dará más historias que contar.
Así como Esquivel nos puede hablar de comida y de historia, uno de los temas que también me resulta fascinantes de este libro es su manera de explorar la familia pero también el papel que tiene la mujer en ella. Comenzamos con el hecho de que la autora opta por relatar la historia de una familia si bien tradicional es liderada por una matriarca porque, queremos o no, nuestro país sigue siendo un país machistas y por lo tanto presentar un personaje así resulta interesante. El hecho de presentar a Mamá Elena como la líder, no solo de la familia, sino del rancho entero es un giro que vale la pena explorar. Tal vez en esa época (y hasta hoy en día) se pensaría que una mujer sola no iba poder llevar la responsabilidad y debía de buscar un hombre para que se haga cargo, a lo cual Mamá Elena dijo que fuck that y ella tomó las riendas. Pero no me malentienda, si bien se trata de una mujer fuerte e independiente, si existiera un premio para la peor mamá en la historia de la literatura, Medea tiene una muy buena contrincante. Porque esta naturaleza fría, regia y sin piedad de Mamá Elena, tal vez nos habla justamente de la idea de que para mantener un balance de poder (el de liderar una familia y una propiedad) y ser una madre (una figura asociada al amor y la compasión) hay sacrificios que se tienen que hacer, escoger un lado más que el otro, no se pueden tener las dos cosas. Si bien Mamá Elena es un personaje que es una hija de la fregada por tratar a sus hijas de la fregada, siendo controladora, abusadora y manipuladora es un personaje bastante humano ya que tiene sus razones así como también tiene sus secretos que fueron lo que la llevaron a ser como es y que también explora el prejuicio del comportamiento de una mujer regia que no da su brazo a torcer y por ende debe ser fría y abusiva, cosa que sabemos no siempre es el caso.
Por otro lado tenemos también a Rosaura, la hermana de Tita, quien ante los ojos de Mamá Elena y de la perspectiva tradicional, sería la esposa ideal ya que está dedicada a cuidar y proteger a su familia, seguir las ordenes de su madre y amar a su esposo de manera devota, pero a pesar de todo esto Pedro no la ama. Este desprecio por parte de su esposo, la carcome, la hace separarse de su hermana, incluso cuestionar su valor como mujer, pero ella sigue adelante, por más que le duela, porque tiene un deber, un deber de esposa que en realidad es lo que la tiene atada. Ella es otra cara de la imagen de mujer mexicana, la esposa devota que se soporta lo que el mundo le tire por el bien de lo que ella cree es su familia.
Los papeles femeninos que explora Esquivel tienen varios matices porque así como tenemos a Mamá Elena y Rosaura, también esta Gertrudis, la hija casi amazona, que explora una liberación sexual muy adelantada a su época, tenemos a Nacha, la nana de Tita, una mujer mística y sabía pero incomprendida y dejada de lado por ser vieja. Y tenemos a la Tita misma que se encuentra en su propia búsqueda de la felicidad, de su propia voz y de su libertad luchando a su vez con su compromiso con la familia. En lo personal me resulta refrescante el leer a mujeres tan diferentes entre si, enfrentándose a sus propios demonios personales. Y es que Laura Esquivel en este novela maneja a todos sus personajes así, como personas, por más complicadas que puedan ser. No nos presenta buenos y/o malos (por más que lleguemos a considerar a Pedro como un idiota), que sean fáciles de descifrar o de comprender sus acciones y lo cual por lo menos a mi parecer es algo que siempre se aprecia, ya que nos habla del esfuerzo que hace la autora por escribir una historia real, que resuene con las personas y las haga reflexionar y no solo busque entretener por entretener.
Debo admitir que hacer una reseña de una autora mexicana y de un libro que es tan querido por muchos no deja de ser abrumante pero a su vez para mi se trató de una lectura acogedora que por supuesto voy a querer compartir y buscar que más personas la quieran leer. Esto porque me habló a un nivel personal, el leer sobre una etapa histórica que me resulta conocida, con personajes con los que me puedo identificar en su confusión y búsqueda de sentido, todo esto mediante un estilo narrativo capaz de despertar una infinidad de emociones como tristeza, soledad, euforia, pasión, y todo esto en mi idioma natal que quieras o no también da un efecto de pertenencia, se trata de una experiencia casi espiritual y de conexión con mis raíces y conmigo misma.
Laura Esquivel nos entrega un relato que siendo relativamente corto, logra explorar los rincones más profundos del corazón y de nuestras tradiciones mismas. En mi opinión con su manejo del historia, personajes, lenguaje y y su manera de conducirse en el género de “realismo mágico” se suma a grandes exponentes de la literatura latinoamericana como Gabriel García Márquez o Vargas Llosa, y debe ser reconocida de la misma manera.
Mi consejo, si buscan una lectura reconfortante y completa olvídense del Caldo de Pollo para el Alma y denle una oportunidad a Como Agua para Chocolate.
Fotografías de las recetas mencionadas en el libro por Luis Raúl Acosta (Manos de monja) Instagram, Twitter.
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