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Oficio de Tinieblas por Rosario Castellanos

  • Femme Fatalee
  • 24 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

En este nuevo libro, Rosario Castellanos nos cuenta las historias de diversos personajes, teniendo en común que sus historias se entrelazan en el mismo lugar y periodo de tiempo: Chiapas, bajo el mandado nacional de Lázaro Cárdenas, en plena reforma agraria. Esta circunstancia es semejante a la que se vive en Balún Canán, la obra más reconocida de la autora, pero a pesar de que ambos textos giran en torno al mismo acontecimiento, nos ofrecen una experiencia completamente distinta.


Una de las primeras historias que nos encontramos es la de la pareja Pedro Gónzalez Winiktón y Catalina Díaz Puiljá. La narración inicia con el nombramiento de Pedro como juez en su comunidad, Chamula. Catalina, por su parte, se acompleja por ser una mujer estéril que no ha podido darle descendencia a su marido y que debe soportar el peso de ser una mujer incapaz de tener hijos. Con todo, Catalina sigue siendo una figura respetable en la comunidad, fungiendo como un tipo de líder (ilol) entre las mujeres locales.


Nuestra segunda historia se intersecta cuando, en una peregrinación para ir a vender sus productos a la gran Ciudad Real, lo que hoy sería San Cristóbal de las Casas; Catalina y otras mujeres son despojadas de sus productos en un tipo de asalto por otras mujeres blancas y pobres. Entre la confusión, una de las indias, Marcela, logra escapar y decide ir a vender los productos rescatados a las calles de la ciudad. Sin embargo, es engañada y violada por un hombre adinerado y blanco, Leonardo.


Cuando Marcela logra regresar con su grupo, su madre la golpea al verla sin mercancía y sin paga, creyendo que había sido asaltada y perdido lo poca ganancia que podían rescatar después del primer asalto. Catalina interviene y adopta a Marcela y su madre no se opone.


Marcela descubre que ha quedado embarazada después de la violación y Pedro, recordando que su propia hermana también fue abusada brutalmente por un ladino cuando era una niña, se compadece y silenciosamente apoya la decisión de Catalina de adoptarla. Pedro parece estar deseoso de obtener justicia (desde niño lo atormentaba el deseo de justicia), pero se da cuenta que no hay forma de ganarle al sistema y deciden, prágmaticamente, casar a Marcela con el hermano de Catalina, un hombre que tiene fama de tonto. El argumento es que, como ya no es virgen, no habrá otro hombre que quiera casarse con Marcela. El hijo de Marcela, por lo tanto, nace en medio de un caótico eclipse.


En Ciudad Real, los blancos también tienen sus problemas: Isabel, esposa de Leonardo, violador de Marcela, está preocupada porque parece que su marido ha dejado de “jugar con las indias” (o sea, violarlas) para enamorarse de una mujer extranjera, recién llegada, misteriosa y llamativa: la han apodado la Alazana, como si fuera una yegua, pero en realidad se llama Julia. Viene acompañada de su pareja Fernando (marido o concubino, es todo un escándalo que no se sepa si está casada o no) y su llegada es el chisme más caliente de la ciudad. Fernando, pareja de Julia, es el demonio mismo para los ricos latifundistas como Leonardo: es un enviado del gobierno de México, que tiene como misión implementar la reforma agraria del presidente Lázaro Cárdenas. Entre todos los ladinos, Fernando es el único que parece estar convencido de las ideas del Tata Cárdenas de que los indígenas son humanos iguales a él y, por lo tanto, con los mismos derechos.


Isabel contempla, sin aparentemente poder hacer algo, como su marido se encandila más y más con la Alazana; mientras Idolina, hija que tuvo en su primer matrimonio con un amigo cercano de Leonardo, lleva en cama varios años, sin que ningún médico pueda descubrir cómo curarla de la misteriosa enfermedad. Por otra parte, el sacerdote Manuel es enviado a la iglesia de Chamula, pueblo de indios, para su mala suerte ya que detesta a los indígenas, considerándolos seres inferiores y estúpidos.


La obra nos narra el contexto alrededor del evento histórico en el que se basa, la rebelión de los chamulas de 1867 a 1870; y nos ayuda a comprender el fuerte peso de la discriminación de los ladinos hacia los indios en el conflicto. Rosario Castellanos nos da un salto a la mente de la gente rica de esos años (y quizás de algunos cuantos de la actualidad), quienes menospreciaban a los indígenas al punto de considerarlos casi animales. Los comentarios despectivos vienen de todas partes: desde la propia figura eclesiástica, desde los más ricos o de la gente blanca más pobres, que no duda en salvajemente robar a las indias al inicio del libro.


Los indígenas viven en una constante pobreza y precariedad, incluso las figuras más respetadas en la comunidad, como Pedro que, una vez terminado su periodo como juez, debe de prestarse a laborar como el obrero - casi esclavo - de un terrateniente alemán por un salario miserable y que sigue sin alcanzar para nada. El hambre y el exceso del alcohol en los hombres indígenas son elementos que no desaparecen en todo el libro y que nos deja entrever el estilo de vida que se llevaba en aquella época y como parecía que, casi sumisamente, los indios habían aceptado su posición de inferioridad, a excepción de unos cuantos como Pedro.


El rol de las mujeres es algo que Castellanos logra explorar a la perfección, especialmente porque, tal y como ocurrió en Balún Canán, los personajes femeninos son profundos y complicados. Van desde la Alazana, mujer “libre”, fuertemente criticada por las otras, hasta la resignada Isabel, que ve a su marido involucrarse con mil mujeres sin poder decir nada. Catalina, por su parte, aborda el rol de la maternidad obligatoria, siendo un tipo de mujer y esposa incompleta al no tener hijos y que, quizás influye en su decisión de adoptar a una embarazada Marcela y su hijo bastardo y criar al bebé casi como si fuera suyo.



Nuevamente, el lenguaje casi poético de Castellanos y su adecuado balance entre la crueldad y la sangre con la magia y el misticismo, vuelven la experiencia de leerla como algo más que un simple retrato histórico. Mi parte favorita es la investigación y el respeto de adentrarse en el universo chamula, de entender sus historia, su cultura y su razonamiento para poder brindarles una voz, si no propia, verídica. Es imposible no simpatizar con los chamulas y entender el por qué la rebelión fue lo que fue.



 
 
 

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